Con Los Smiths de fondo, y la brisa fría, de las noches de primavera,de mi ciudad, entrando por la ventana. Que me deja ver el cielo oscuro, y los árboles sombríos.
Soy consciente del sabor agridulce de melancolía en mi boca.
Siento la boca anestesiada, y una molestia incómoda que va y viene, entre el límite de lo intolerable.
Y me siento azul. Me veo pálida.
Decaigo.
En minutos, será media noche.
Y ya veo al insomnio asomándose por la ventana. Me mira. Lo miro.
-Vamos a recordarnos- Susurra. Y suena apetecible.
-Prometiste no traer contigo a tus amigos- le reprocho.
Presientiendolos a lo lejos. Preparados para hacer desastres.
Y mi alma se ovilla temerosa en mi garganta.
Y no dice nada.
-Extraño dejarte lo sueños acurrucados bajo los ojos- pronuncia. -Se ven lindos en ti-
Y entra, se acomoda, y me toca la piel, y me vuelvo fría.
Y llegan sus amigos, los fantasmas de siempre.
-Vamos a embriagarnos de tristeza. Que el azul siempre te sentó de maravilla-